Sabes que te extraño en
lágrimas
plateadas, de acero endeble
como pétalos perennes
marchitos ante la muerte.
Se posó cerca de mí
sin mortaja, indecente;
emergía de la vida
acabada, fría, ausente.
Pensaba en llevarse todo
altanera, omnipotente,
mas cogió sólo una chispa
de la fogata, aún ardiente.
Hay mil formas de morir
si morir es no tenerte,
si besarte es sólo un día,
si la vida es merecerte.
No lo hagas, ya no más,
una vez más no lo intentes,
prefiero ofrendar mi vida
antes que llorar tu muerte.
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