18.6.16

Paloma herida

Benditas sean las fibras de tus lianas
Que me incrustan en el centro de tu cuerpo,
Que me zambullen en el istmo de tus piernas,
Y en la blancura radiante de tus senos.

 Si no fuera por la costumbre que tiene el sol,
De arrebatarle las noches al lucero,
No te tendría aquí, paloma herida;
Frágil, pueril, encarcelada en tu agujero.

Abrazado a tu médula, a tu eje,
Al ecuador de tu vientre bueno
La plenitud del gozo se hace infinita
Y ondeo cual cometa del ensueño.

Estás aquí por fortuna del destino
Que te trajo una noche a mis silencios
Cuando la vida te había vuelto las espaldas
Y el desamor había mostrado sus secretos.

Ya no sufras más paloma herida,
Me he calzado mi traje de enfermero
Y uno por uno iré curando tus pesares
Con agua clara y amor cálido de enero.

Entonces,
Cuando seas capaz de un vuelo pleno
Y hayas asido la libertad y su universo
Soltaré tu mano, aunque me duela
Para que vuelvas a la vida y a su trueno.

Mas no olvides que un día te di cobijo,
Que te amé sinceramente en el silencio
Que tomé tus alas mustias, malheridas
Y te surqué de caricias con mis dedos.

Vuela, vuela ya paloma mía
Toma la vida, la libertad y su asidero
Y si un día de mis manos necesitas
Vuelve al nido que una vez fue tu consuelo.

Y si acaso no pudieses ya volar
Y en tu pecho  hubiere una daga clavada
Llámame con tu arrullo ensangrentado
Que a tu lado correré
Aunque tú por mí no sientas nada.