30.9.16

Equívoca


Te creíste nieve eterna, y tan sólo eras escarcha,
apenas frío rocío, de invierno por la mañana.
Te pensaste perdurable rodando la vía láctea,
pero estrella fugaz eras  pasando por mi ventana.
Te sentiste omnipotente como el sol en la montaña
mas sólo fuiste el calor que proporcionan las brasas.
Te soñaste ser la reina de la belleza mundana.
Es cierto. Eres muy bella, pero con eso no alcanza.
Y te vestiste  de fuego para calentar mi cama,
y con fuego me quemé hasta llagar mis espaldas.

Te moriste.
Te sepulté muy dentro de mi alma,
y aunque duele tu recuerdo carcelero
se crece en la condena y la batalla.
Ya no bebo la miel de la esperanza,
ya no te sueño  junto a mí por las mañanas.
Creíste ser volcán y sólo quedas lava,
creíste ser bandada, pero tan sólo eres
un pequeño par de alas.

Epidemia de soledad

Noche de sábado en la city;
Atiborra los bares un ciego vendaval
Con su bullicio y su música ligera,  no se escuchan,
Resultado de imagen para soledad y tristezaEstán infectados por el virus de la triste soledad.

Ella está sentada absorta en el sillón,
Mira la televisión,  pero sin mirar
Ha caído en el templo de los nidos vacíos,
Está infectada con el virus de la triste soledad.

Él está tirado allí en la calle,
Pasan miles, sin que nadie perciba su pesar,
Pues cayó en la maraña de la indiferencia;
Está infectado con el virus de la triste soledad.

Ella está parada ahí en la esquina,
Muestra su cuerpo con total liviandad,
Vende su carne por míseras propinas, nada le importa;
Está infectada con el virus de la triste soledad.

Él pide limosnas en los trenes,
En esas vías que a ninguna parte van,
Está infectado sin que nadie lo perciba
Con el virus de la triste soledad.

Él se dirige cada día a la oficina,
Trabaja miles de horas sin parar,
Lo aterra volver a la oquedad de su casa;
Está infectado con el virus de la triste soledad.

Él está del otro lado de las rejas
Cumpliendo una condena social,
No lo rozan ni las manos podridas de los carceleros;
Está infectado con el virus de la triste soledad.

Él navega en el alcohol que lo domina,
No tiene un futuro en qué pensar,
Lo acuchilló profundamente la amnesia de la vida;
Está infectado con el virus de la triste soledad.

Ella y él ya llevan una biografía,
Prometieron para siempre juntos estar,
Hoy no se hablan, no comparten sus miserias;
Están infectados con el virus de la triste soledad.

Ella dice: - más vale sola que mal acompañada,
Acaricia su perro, bebe tinto y fuma sin cesar,
Tiene terror de mirarse en el espejo;
Está infectada con el virus de la triste soledad.
  
Ellos fuman paco en el cordón de la vereda,
Toman birra e inhalan poxi-ran,
Son eslabones de la rota familia;
Están infectados con el virus de la triste soledad.

Son muy pocos los que pueden percibir esta epidemia
De no tener un abrazo que nos pueda abrazar,
De no tener un fuego para calentarnos,
De no tener una oreja que nos quiera escuchar.

La ciudad se proyecta en rascacielos,
En vanidosos y analfabetos de la afectividad,
No advierten que avanza presurosa
La epidemia del virus de la triste soledad.

Esta peste destruye la esperanza,

Te condena y te lleva a ese lugar
En el que no puedes escapar de ella,
Del laberinto de la dolorosa soledad.

Y yo estoy aquí, hundido en mis poemas
Como un náufrago que no tiene salvación, ni la tendrá;
Impotente de batallar con ella,
Con la epidemia de la triste soledad.

4.9.16

Las Tres Cruces


Tomé el camino que lleva a las Tres Cruces,
El Gólgota de mi General Roca,
Allí donde el viento silba sempiterno
En soledad omnipresente y estoica.
Me senté al borde del barranco
A retirarme con mi alma, la que evoca
La esencia misma, la enjundia de mi ser,
La cofradía de mis vidas remotas…

Contemplo mi pequeñez desde muy cerca
Ante la inmensidad que mi vista abarrota:
Un río azul, un cielo gris, un ancho verde
Y un vacío a mis pies que me provoca.
Me llama, me tienta, me atosiga,
Me aprisiona, me tortura y me estoca
Esa realidad que corre equidistante
Del momento sutil que a mí me toca.
Me ofrendo, me ofrezco, me desgrano
Y desplego mis  cientos de  alas rotas,
Me aparto de este suelo que me empala
Y me entrego a los mantras sin alforjas…

Estoy lejos de mí…
Ondeo en un sinfín de viejas notas,
En una paz de infinidad inquilina
Que me puebla y acribilla mi congoja.
Alguien grita en el ayer desesperado,
Alguien llora en el hoy su expiración,
Alguien nace refulgente en el futuro,
Alguien canta una remota canción.
Una pluma que cae al precipicio,
Una rama que se quiebra con vigor,
Una nube que se esfuma con el viento,
Una gota que se seca con el sol.
He regresado renovado y silencioso,
A esta dura realidad tan presurosa,
Con el alma limpia y alumbrada
Y la paz ocupándome armoniosa.
Estoy entre la gente, imperceptible.
Que estoy, que soy otro nadie nota.
Quizás hoy me he quedado en las tres cruces…
Con Jesús en la meseta Patagona.