De La Mujer


Mujer
Afrodita majestuosa de la tierra
Que derramas belleza singular
Con tu aroma mujeril de flores frescas
Alborozado me dejas al pasar.
En aparente fragilidad endeble
Caminas distinguida al avanzar
Sobre tus tacos de ninfa inaccesible
Esparciendo tu belleza y aseidad.
Tu elegancia de nardo refinado
Y tu finura inasequible de deidad
Me elevan al Olimpo como Apolo
Por el deleite de verte caminar.
Agradezco al Creador y su grandeza
Por su modelo perfecto de beldad
Que ha posado gentil sobre la tierra
Para mi pobre existir regocijar.

Púber
Luego de salir de la ducha,
Leonela dejó caer a un lado el toallón que la cubría.
Se contempló frente al espejo  de soslayo, 
y con el rabillo del ojo observó la muñeca de trapo 
que le sonreía sentada entre los almohadones de su cama.
Casi sin dudar, 
y con la imagen que le había devuelto el espejo 
fija como un cuadro en la mente, 
tomó la muñeca y la arrojó dentro del placard. 
Un hilo rojo y tibio se abría camino entre sus piernas.
Ese día, para ir a la escuela, se pintó los ojos y los labios.



Madre eres…
Símbolo de amor y ternura
Que todo lo perdonas
Y nada lo censuras.
Fuente de vida y venturanza
Que perpetúas en el mundo
Al hombre y su esperanza.
Estrella guía
Que alumbras el camino
Y nos llevas por la vida.
Caricia que calma
En momentos dolientes
Y en noches de alarma.
Consejera sabia
En rumbos torcidos
Y en calles non sanctas.
Blasón de alma
Que escudas tus retoños
Con segura y tierna calma.
Noches en vela
De manos balsámicas
Que curan mil penas.
Fogata de hogar
Candil encendido
Tibieza de pan
Lágrima en vertiente
Si ves tus cachorros
Sufriendo dolientes.
Madre: 
Eres hembra
Eres mujer
Eres amante
Eres compañera.
Pero ante todo
ERES MADRE


Historia de una mujer en un mundo machista
"Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis" (Sor Juana Inés de la Cruz)

Quizás lo primero que escuchaste
Al salir de las entrañas de tu madre
Fue el lamento machista de tu padre
Por no contener entre tus piernas
El esperado viril trozo de carne.

Pero el tiempo y las manos de natura
Te transformaron en maja,  flor radiante;
Radiante a los ojos de ese hombre
Que un “machito” quería en otro instante.

Pero tu luz inmaculada de belleza
Cegó sus ojos
Y de allí en más fuiste un diamante
Para pulir con carcelaria idea
Y atesorarte con celo de un amante.

Creciste con cuidados singulares
Por temor a que fueran a mancharte
Las torpes manos de un muchacho
Llenas del fango de deseo por tu carne.

Pero un día volaste de tu nido
Y en el mundo machista te adentraste
A ser vos, una rosa entre los cardos
A ensayar poco a poco hacerte grande.

Y a ese muchacho del que tanto te cuidaron
Tu tesoro sin reparos le entregaste
Era el amor el que llamaba lujurioso
Para que abrieras tus alas sin pensarte.

Pero ese mismo que tu inocencia se llevó
Te juzgó con la vara miserable
La misma que utilizan los imbéciles
Con medidas de machismo deplorable.

Hoy igual caminas por la vida
Con la frente bien alta, con alarde
Fuiste sincera y entregaste tu pudor
A un idiota, que no supo valorarte.


"Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada
Ni un rayo de luna
Filtrado me haya.
Ni una margarita
Se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba." (Alfonsina Storni)


A una obrera
Huelo en tus manos el aroma de la ropa lavada
Mientras me entrego a tu regazo
De brazos fuertes
Que amasan nuestro pan cada mañana.

En tus ojos jóvenes, pero viejos
Diviso la alegría de la digna pobreza,
La que te lleva cada día a casa de los señores
A adecentar, con tus manos de hada,
Su impúdica riqueza.

En tus ropas, que no van a la moda
Y en tu calzado de tantas caminatas
Puedo ver a una auténtica modelo
Que no sale en las frívolas revistas
Ni en programas de escándalos obscenos.

Eres sencilla, pulcra y bien honrada
Y aunque la escuela te ha dejado en el camino
Tu enseñanza de maestra de la vida
Escribe un libro en mi casta alma de niño.

Eres mi madre, mi guía en el camino
Eres ejemplo tenaz para tus hijos
Y aunque la vida te trata tan severa
No escatimas afabilidad y cariño.

Te admiro por tu porte ante la vida
Por el difícil trajín de cada día
Por el esfuerzo de traer pan a mi mesa
Y orgulloso de que seas MADRE MIA.  




A mi Ídola 
Te tejió la luz en el vientre de tu madre
Con rayos del sol de la mañana,
Tan radiantes, tan frescos, tan lozanos
Como el germen del trigo de tu Pampa.
Y no es casual, no, que cuando ríes se ilumine mi alma
Porque tienes el toque justo de ternura,
 de paz sin ataduras ni fusiles,
y del néctar de las flores de la alfalfa.
Estás, y tu optimismo se abalanza
Sobre la oscuridad  que encarcela algunas almas
Cual si los átomos que forman tu figura
Las anegaran en confetis de bonanza
En vos muere el prejuicio y la censura,
La libertad es tu única balanza
Y no juzgas, dejas ser y  lo permites
Por eso es que me gustas
eres auténtica, genuina y solidaria. 



Deberías
Deberías atreverte, mostrar más

dejar escapar esas piernas  encorsetadas de pudor.

Deberías animarte, soltarte

dejar volar la blancura de tu piel de fémina enjaulada.

De tu sensualidad no sabes nada,

no te enseñaron que podías ser deseada.
Deberías amarte  en el espejo
darte cuenta que tus curvas provocan también deseo.
No disimules tu figura
en atuendos holgados de diseño,
no sabes la belleza que se esconde por ahí adentro.
Mezquinadle a tu falda un trozo más de lienzo,
regálale  a tus senos un poco de aire fresco
y permite que tus curvas  puedan tomarse sin frenos.
Libera tu melena  de un “súper yo” siniestro
y píntate los ojos y los labios con esmero.
Deja libre al felino, no le temas al miedo
eres hermosa, mujer. Pensé que debías saberlo. 

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