24.11.13

La muerte de un amor

No hubo funeral
Ni coronas de flores marchitas.
El día se metió en un ala del invierno
Y la lluvia comenzó a caer y a esconderse
En charcos crepitantes y marrones.

Ya no hubo paraguas para dos
Y una sombra negra se alejó oscura y silenciosa
Bajo el gris racimo de gotas transparentes
Dejando en unos ojos
La mirada aletargada y ausente.

Su figura se perdió allá, en el espacio
Como una sombra china entre las manos de la tarde.
Se calló la canción, se quemaron las cartas,
De las entrañas emergieron arrugas
Y se abrió una herida flagrante y fatal.

Un alma quedó sola en ese instante,
Ahora sin abrigo
Y un mar de gélidas olas
Arrasaron los glóbulos de fuego de su sangre.
Se ha roto la homeostasis,
Y comienza el camino de las noches
Con los ojos mirando hacia la nada.

Ahora, es tiempo de salir a buscarla por las calles,
A transitar la soledad anquilosante,
Y, aunque a pesar de que la encuentre
encendida de la mano de otro amante
Tendrá que simular que ya no arde.

Los Grises

 
No tengo más recuerdos que el dolor,
El que abre el surco de las lágrimas
Y eleva la cordillera de la añoranza.
Quizás, talvez no fui feliz
En el mercado de la vida terrenal
Pero así y todo la he vivido
Y no quiero ser como Los Grises.
Quiero seguir siendo un pobre humano
Aunque a veces duela.





Algún día
Cuando seamos como Los Grises
Quizás no te ame ni tampoco pueda odiarte.
Talvez extienda mi mano sobre tus sienes
Y calme los dolores de tu carne,
Pero ya no tendrás alma.
Probablemente no pueda besarte,
Pues habrá muerto el amor
Y el deseo de tu cuerpo erradicado.
No podremos suspirar ante la ausencia
Ni llorar por lo perdido.
Acaso tengamos sólo vida
Como vagabundos del universo,
Sin un propósito, sin un mañana.
Habremos dominado la luz y el pensamiento
Y la palabra antes oída desaparecerá.
Viajaremos en el tiempo y el espacio
Como ir hasta la esquina,
Pero ya no seremos nosotros
Seremos cual los grises. Grises.