Tu cepillo de dientes sigue
ahí
como esperando tu regreso,
mirando hacia la puerta como
un preso,
extrañando una boca ya sin
besos.
Entro al baño y te veo en el
espejo,
si hasta cambié el jabón -
puse uno nuevo-
por si llegaras a venir
durante un sueño.
A la casa le falta tu
sonrisa,
la cama está vacía de deseo,
mis horas se hacen siglos
sin recreo
y en la noche brilla el sol
de tu recuerdo.
El mate es más amargo en el
silencio,
la mirada lejana en el destiempo,
quién te podrá decir que te
deseo
si entre los dos arde la
hoguera del infierno.
El domingo por la tarde solo
muero
no consigo llenar este
agujero
que ha dejado tu canción sin
instrumentos.
Pero sigo creyendo en ese
cuento
contado para mí y por
mis sueños
que un día al regresar de mi
trabajo
me estés esperando con un
beso.
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