Turbia celada me preparó el
destino
primero una dulce borrachera
y luego una tormenta
despiadada.
Rosa de espinas aguzadas
que dejó mi mirada
cautivada,
que clavó en mi corazón una
sonrisa,
que royó mi seducción hasta
gastarla.
Fue castigo de Dios el conocernos
y es castigo de Dios este
tormento
un amor prohibido no es un
juego,
se paga con cenizas del
infierno.
Aunque vos y yo no hicimos
nada
mas que amarnos con pasión
desenfrenada
a los ojos de la chusma no le agrada
que dos seres sean felices
en sus almas,
Por ello la denuncia fue
tomada,
por ello la locura desatada
por ello estamos juntos pero
lejos
por amarnos prohibidamente,
por querernos.
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