Sociales

Vulnerable


…Y fue por aquel entonces
Que decidió ser guarida
Cuando apenas un pichón 
Picoteaba horas de vida.
En su alma de ruiseñor
Un niñito herido anida
De un amor propio ultrajado
Con puñales y cornisas.
Por eso hoy esta altivez
Que bien lo caracteriza,
Manto inseguro de miedo,
De encono, fobia y mentiras.
Lucha feroz contra Sí 
En la cruel apología
De mofas legas hendidas
En su ingenua vida niña.

...Y fue por el otro entonces
Que decidió ser esquirla,
Puñal, bala de cañón,
Resentimiento e inquina.
Nadó por océanos negros,
Y se peleó con la vida,
Se hizo amigo de Satán
Y al mundo lo odió con ira.
Ese fuego del infierno
Se apoderó de su vida,
De su alma de humilde ciervo
Como cruenta arremetida.

Pero despertó otro día
Cerca de su última cita
Y desnudó su calvario
De animal que padecía.
Por eso miró otra vía
Otros trenes, otra mar
Y descubrió que en la vida
De nada sirve penar.
Y se embarcó en la alegría,
En el argüir y el perdón,
Y hoy camina despojado
De aquella inmensa aflicción.
Y ese niño que sufría
En un instante creció
y redescubrió su hombría,
Su autoestima y su valor.


Contrapunto del bufón y el trovador


El trovador dice lo inconveniente. El bufón lo conveniente.
Talvez por esa razón el bufón duerme caliente y come todos los días.



Dice el trovador:
Yo canto por cuenta y parte
Del lugar de donde vengo
De mi gente y su abolengo
De mi pueblo y su baluarte
Y digo el sentir del pueblo
Vomitando la amargura
Del que vive en la atadura
Por el poder agobiante.


Dice el bufón:
Yo canto por cuenta y parte
Del que me da la limosna
Del señor al que le sobra
Y que nada lo comparte
Pues del poder hace un arte
Y del poder un negocio
Sin mirar entre su ocio
Más que su propio estandarte.

Dice el trovador:
Yo canto por cuenta y parte
Del que lucha en la trinchera
Y defiende como fiera
Sus cachorros y futuro
Y que no tiene ni un duro
Cuando llega fin de mes
Esclavo del alquiler
Y los dueños del cianuro.

Dice el bufón:
Yo bailo por cuenta y parte
Del que vive en el castillo
Que tiene todo sencillo
De la mañana a la noche
Y que pasea en un coche
De esos de los importados
Con platita en sus bolsillos
Y un reloj de oro engarzado.

Dice el trovador:
Yo canto por cuenta y parte
Del que habita el rancherío
Del que su vida es hastío
Y que su nada comparte
Pues no hay superior baluarte
Que la unión y la empatía
Con el que quedó en las vías
Sin mendrugos para su hambre.

Dice el bufón:
Yo canto por cuenta y parte
Del que compra la justicia
Que es señor de la avaricia
Y del juez es su compadre
Que no hay culpa de su madre
Si ha nacido cicatero
Embaucador, embustero
Y sin perro que le ladre.

Dice el trovador:
Yo canto por cuenta y obre
Del que cree en la esperanza
En la justa y su balanza
Aunque es ciega para el pobre
Que nunca tiene ni un cobre
Pa’ comprar al abogado
Ni a algún otro desalmado
Que se prende en la vil  tranza.

Dice el bufón:
Yo actúo por cuenta y parte
Del que paga mi comida
Del que me salva a escondidas
Si algún embrollo me mando
Y por él me meto al fango
Si lo veo en un aprieto
Y a su arbitrio me someto
Si es necesaria mi vida.

Dice el trovador:
Yo canto por cuenta y parte
Del ingenuo e ignorante
Que teme rivalizar
Con el cíclope opulento
Que le viene con el cuento
Que si gana la elección
Va cambiar su pobre vida
De mendigo a ricachón.

Dice el bufón:
Yo canto por cuenta y parte
Del letrado y el patrón
Del avaro y el panzón
Y del señor  gobernante
Que son dueños de mi aguante
Y mi santa devoción
Y comprarán mi cajón
Si la parca lo demande.



Dice el trovador:
Yo canto por cuenta y parte
Del maestro y el obrero
Del altruista y justiciero
Y del cura militante
Que son los representantes
Del pueblo y de su vigor
Esa gente que es de honor
E  igualdad es su estandarte.

Dice el bufón:
Yo moneo a cuenta y parte
Del dueño de la manija
Que la corrupción cobija
Con mano de fino guante.
Que nunca fue laburante
Y siempre vivió de arriba
De la política furtiva
De todo vil gobernante.

Dice el trovador:
Yo entono por cuenta y parte
Del que sufre la injusticia
A manos de la avaricia
Del glotón y el insaciable
Que al pobre cortan los cables
De una vida en paz y justa
Porque le dan con la fusta
Y con la corva del sable.

Dice le bufón:
Yo actúo para el que es sordo
Es ciego, insensible y vil
Del poder siempre servil
Y es mudo y de vientre gordo.
Y que anida como el tordo
En un nido que es ajeno
Y es rápido como trueno
Pa’ de la justicia huir.

Dice el trovador:
Amigo yo me voy yendo
Es claro su parecer
Siempre servil ha de ser,
Nunca estaremos  de acuerdo
Pero ansina le recuerdo
Que si la justicia mengua
Yo sin pelos en la lengua
Estaré pa’ proceder.

Dice el bufón:
Amigo: juro lo entiendo
Pero yo hago mi negocio
Le saco rédito al ocio
Y al bolso del opulento
Que se come el dulce cuento
De que canto a su favor
Pero entono en mi menor

Mi propio discernimiento.



Malaria

Ella corrió hasta la iglesia
Aquella ardiente mañana
Cuando el son de la campana
Brotó desde el campanario.
Ni el párroco, ni el vicario
Advirtieron la presencia
De una madre que en su urgencia
Hasta El Señor acudía.
En su ruego ella pedía
Con simpleza y reverencia
Que Diosito en ese día
La honrara con su presencia.
Resulta que en los ranchillos
Desde la noche anterior
Su niño se seca en fiebre
Sin que se acerque un doctor.
Ni las rodajas de papa
Ni bañarlo en el fuentón
Pudieron calmar la furia
De la mala quemazón.
Por esta misma razón
Ella se bate en plegarias
Se ha pescado la malaria
Su niño del corazón.


Almitas de la calle


Les robamos un mundo de juguetes,
les negamos la tibieza del amor,
a sus almas las privamos de ilusiones,
y les dimos una esquina bajo el sol.
Por las noches sus camitas no están tibias,
ni siquiera talvez tengan un colchón,
nada saben de besos de “buenas noches”,
ni de sueños entre nubes de algodón.
La mañana los encuentra por las calles,
no hay maestras esperando en el portón,
mas la escuela no interesa cuando hay hambre
y el futuro no es mañana sino hoy.
Sus piecitos no conocen esa marca
de zapatillas de la vidriera de hoy,
¿sus ropitas?, vale más esa corbata
que está usando el señor gobernador.
Sus manitos día a día golpean el vidrio
del señor que se hace el que no los vio,
o la puerta de la buena vecina
que les da lo que no comerá hoy.
Sus ojitos que no saben de alegrías
ven pasar al mundo y su arrogancia,
y talvez sueñen con mirar un día
un país más justo y de abundancia.


Cotidiano

Lo atrapó la muerte, seca, con los ojos blancos
al doblar la esquina, luna, del oscuro barrio,
un montón de vida, joven, unos pocos mangos
rayaron la línea, cruel, de lo inesperado.
Y aunque no soñaba, no, con colgar su retrato
fue roja noticia, roja, de amarillos diarios.
No llegó siquiera, ¡pobre!, a poder decir algo,
no pudo contar, ¿cómo?, si eran tres o cuatro;
fue la cobardía, vil, con disfraz de humano
quien tomó su alma, fresca, con mugrientas manos.
Y aunque no era estrella, no, de TV o teatro
de él los noticieros, ciegos, hablaron, hablaron…
Pero a los dos días, todos, de él se olvidaron
y un nuevo retrato, ¡pobre!, colgaron los diarios
y los noticieros, ciegos, hablaron, hablaron
de otra muerte absurda, otra, y de impunes actos…


Prohijación

Dale cobijo a su espíritu
De angelito abandonado,
Que desde lo más profundo
Implora por ser amado.
Cuéntale un cuento de duendes
Sonriendo con desparpajo,
No mezquinéis fantasías,
Malcríalo en tu regazo.
Dale mieles de tu alma,
De abejas libres volando
Regálale caramelos
No encerrados en un frasco.
Súbelo en un barrilete
Camino al cielo volando,
Y cántale una canción
De niños al sol jugando.
No lo asustes con el “cuco”,
Ni con el viejo del saco,
Miéntele sobre camellos
Guiados por reyes magos.
Y sobre un papá de rojo
Que en trineo trae regalos.
Riégalo con la inocencia
Del principito dorado,
Pon semillas de bondad
A la orilla de sus cardos.
Y dale todo el amor
Que alguna vez le negaron.
Y si ves que por la noche
Llora por estar soñando,
No lo despiertes, mi vida
Sólo arrúllalo en tus brazos.

A esta hora, exactamente, hay un niño en la calle (Víctor Heredia)



Memoria


Desde lo hondo de la memoria
Treinta mil almas oigo en clamor
Pidiendo a gritos que recordemos,
Que no olvidemos lo que pasó
En aquel marzo en que  belcebúes
Se apoderaron de La Nación
Fusil en mano y terror perverso,
Mordaza, muerte  y prohibición.

Se hicieron dueños de nuestras vidas,
De nuestros hijos, de los obreros,
Los estudiantes,
De los artistas y su creación.
Acribillaron las libertades,
Jóvenes vidas y su esperanza
En nefastos campos de concentración.

Desaparecieron sus inermes cuerpos
Tras secuestrarlos y torturarlos
Con cobardía y con vejación.
Los redujeron a simple carne
Encapuchados, desnudos, frágiles
Tan indefensos ante el dolor.
Morbos verdugos, hijos de la muerte
Látigo en mano, varas siniestras
Picana, asfixia y violación
Se hicieron dueños de sus personas
Con saña y sádica abominación.

Hicieron propios a nuestros niños,
Malditos diablos de la opresión
Cegaron almas
Libres, pensantes
Con su proceso de destrucción.
Quemaron libros, callaron radios,
Diarios, revistas, televisión
Amordazaron a los poetas,
A los cantantes y su canción.

El  pelo largo delito era,
Andar de noche insurrección.
El reunirse con los amigos
Con la familia, con los vecinos
Era amenaza de subversión.
Nos embarcaron hacia una guerra
Contra un Satán aún mayor
En una noche en delirium tremens
De un hijo ´e puta lleno de alcohol.

Sacrificaron a nuestros pibes
Usándolos de carne de cañón
Y cuando perdieron los muy cobardes
Los escondieron, los humillaron
Y los tiraron en un rincón.
Nunca les dieron honor de héroes
Que defendieron el pabellón
Celeste y blanco, allá en Malvinas
Contra britano pirata ladrón.

Madres dolientes, pañuelos blancos
Allí en la plaza  aún danzan hoy
Y nos recuerdan con su presencia
Que no olvidemos, que recordemos
A aquellos mártires que alguna vez
Libres soñaron
Con una nueva y gran nación.

¡Oíd Mortales! ¡Nunca más! 

Todo está grabado en la memoria (León Gieco)


Ojalá 


Ojala que el futuro te sonría desdentado          
Y el mañana te devenga en corona de espinas
Y en siembra de maldad que hoy diseminas
En mis países pobres y ultrajados.
Ojala que la sombra de las noches
Se posen en tus alas, inhumano
Y te devengan mil años de ojos tristes
Por la maldad que sufren mis hermanos
Y por la red nefasta que tejiste.



Injusticia social 

Hoy la vi
En un carro tirado por un caballo flaco
En la cara resignada del cochero
Y en su carga de bazofias y cacharros.
Hoy la vi
En las costillas de un niño abandonado
En la bolsa asesina que inhalaba
Y en sus ojos de futuro desangrado.
Hoy la vi
En las monedas que pedían unas manos
En una bolsa vacía de alimentos
Y en un bolsillo que no tiene ni un centavo.
Hoy la vi
En la tristeza de un desocupado
En su mirada perdida e impotente
Y en el latir de su corazón acorralado.
Hoy la vi
En las arrugas dolientes de un anciano
En sus ropas grises y harapientas
Y en el asir enclenque de sus manos.
Hoy la vi
En la torpeza de un pibe de mi barrio
En su ignorancia que no ha tenido escuela
Y en sus palabras de escaso diccionario.
Hoy la vi
En el manso sentir  de un inmigrado
En su hablar distinto y cauteloso
Y en su temor a ser discriminado.
Hoy la vi
En la impudicia de unos pies descalzo
En el llanto de hambre de un niñito
Y en el dolor de unos padres desahuciados.
Hoy la vi
En una niña con un crío entre sus brazos
En un banco vacío de una escuela
Y en un cuaderno con sus hojas en blanco.
Hoy la vi
En dos botellas de vino, del barato
En el alma que a ellas se aferraba
Y en la falta de un puesto de trabajo.
Hoy la vi
En los ranchos de chapa de mi barrio
En la canilla sin agua; en la letrina
y en la basura que revuelven unas manos.
Hoy la vi
Pasearse obscena y con descaro
En un coche que cuesta un tanto más
Que la casa que no tienen mis hermanos.
Hoy la vi
En un restorán de esos, de los caros
Donde el patrón paga un plato de comida
Al mismo valor que el salario de un empleado.
Hoy la vi
en la billetera de un señor acaudalado
En la conciencia sucia del usurero
Y en el erario que tienen hoy los bancos.
Hoy la vi
En el traje que usa el diputado
En el vestido de la presidente
Y en los gastos reservados del estado.
Hoy la vi
La vi y la veo en todos lados
Y la seguiré viendo mientras viva
 Muy a pesar mío y de mis hermanos.



Siempre niño (Canción)

Hoy te vi corriendo por la plaza
sin advertir la gente pasar,
aunque ellos te miraban
por tu forma de jugar.

Admiras las flores y el cielo
el sol para vos sale igual
yo no sé qué hay de distinto
también reís y soñáis.

Son tus formas dulce melodía
de inocente nota musical
y en tu alma brilla la alegría
como en nadie brillará jamás.

Este mundo enfermo de hedonismo
mira lo bello allí, donde no está
como si la vida fuera sólo un salmo
a lo efímero y superficial.

Estos pobres hombres baladíes
Nunca, jamás comprenderán
tu reinado inmaculado de puericia
y tu alma pura como el pan

Arenga

Soy el pueblo que brama, que trina, que reclama
el orden de las cosas como un jardín de rosas
con pétalos y espinas, mas de belleza clara.

Callosas son mis manos, curtida está mi espalda
quebrada la esperanza de esperas tan amargas,
enfermo de ansiedad sin saber del mañana.
Soy el hijo de aquel que de su tumba reclama
lo que nunca le  llegó tras mil promesas vanas,
lo que otro se llevó con codicia mundana.

Y declamo:
Espera tras espera, ya leudará la masa
un río de ira y fuego cocinará las casas
horneando el santo pan de la justicia rasa.
No jueguen con el pueblo, no vendan su esperanza
no priven a los niños de vida y enseñanza
no siembren la injusticia, repartan la ganancia
Porque una gota más… y este vaso rebalsa.

Masacre Cromañon

Arde furioso el rock and roll en su protesta;
Late tu alma joven en un son de sangre inquieta.
Ciega el calor, las bengalas queman…
Y tu inconciencia es igual a tu inocencia.
Carne y sudor en un río se entremezclan
De aullidos y de versos que dicen lo que piensas:
Tus ansias postergadas, tu amor que está hecho mierda
Tu patria que está en ruinas, la injusticia que gobierna.
Pero estás ahí, con tu bronca  y tu melena
Sintiendo no estar solo en esta dura senda.
Te olvidaste de vos, sos masa, sos ofrenda
Has deshecho tu jaula para entrar en escena
Y la música gime tu armonía encubierta
Al compás de la muerte que se cierne siniestra.
- ¡Callejero! ¡Callejero!... ¡Despierta!
¡Se quema el alma tuya, se te cierran las puertas!
¡Escapa de este río de gritos y humareda!…
…Y quisieras volar, mas tu cuerpo no deja
Que puedas despegar hacia el cielo de afuera
Una mole aterrada entre brazos y  piernas
Ansía la salida del infierno y su hoguera,
Mientras negros verdugos observan la escena
Lamentándose cínicos con cara de inocencia.
…Y se quedó el dolor como lanza que quema
En las almas queridas, en la memoria entera
En los días vacíos que esperan tu presencia
Ansiosos  de justicia por tu partida temprana..... y huera

En la disco

Besos vacíos,
sangre furente,
aire agitado,
cuerpos ardientes.
Un “te amo” ausente,
un “te deseo”
un poco urgente,
todo humedad,
todo simiente.
Besos vacíos,
madurez verde.
Un vaso más,
 tu “yo” se pierde,
humo y alcohol,
libre tu mente.
Curvas lascivas
desinhibidamente,
música disco,
tus blancos dientes.
Besos vacíos,
manos calientes,
lenguas obscenas,
tu cuerpo hierve.
Hoy no hay mañana,
martes o miércoles,
hoy te deseo
y no sé quién eres.

Las manos del albañil

Déjanos descansar en este día,
Disfrutar de una fémina piel.
Deja que los callos se suavicen con caricias,
deja que las grietas se rellenen con su miel.
Deja que la carga cotidiana
se transforme en rizos sin peinar.
Deja que la sequedad del viento
no nos toque en este día con su mal.
Déjanos bañarnos en un pote de crema,
déjanos las manos de mil niños tomar.
Aléjanos del tacto del rugoso ladrillo,
protégenos de la reseca cal.
Deja por un día de construir el mundo,
de levantar la casa que jamás tendrás.
Deja que en tu muerte posemos unidas
cruzadas al pecho, blancas como pan.
Déjanos por siempre solidarias, fuertes,
estar donde alguien nos pudiere apreciar.
Déjanos poder abrazar a tu hermano
sembrar la esperanza y firmar la paz.

Adolescentes de mi barrio

Míralos llover hacia la esquina,
Apiñarse como flores vespertinas
Con la inmortalidad llenándoles la piel.

Vedlos, sin la mochila de la vida
Díscolos, con sus greñas encendidas
Desafiantes del poder y de la ley.
Escúchalos reír con desparpajo
Con las modas amarrándoles los brazos
Y el lenguaje moderno de su grey.

Envidia su libertad sin juramentos
Sus almas  libres como el viento
Y su presente que otrora fue tu ayer.

Entiéndelos porque fuiste uno de ellos
Porque también soñaste que era bello
Un mundo de paz, amor  y miel.

Disfrútalos y cuídalos cada momento
Porque son la semilla que está abriendo
Porque son tu futuro y tu vergel.


Estrellas de nailon

Cuando llega Agosto y su viento frío,
los niños remontan sus sueños en hilos.
El cielo se puebla de estrellas de nailon
Los niños saben de volar.
Unos con sus manos arman el diseño
y los que más pueden usan el dinero
pero estando al viento subiendo y subiendo
en el cielo brillan todos igual.
Sería bueno ser como los niños,
sería bueno mirar más al cielo
y que ya no haya maldad.
Sería bueno ser como los niños,
echar los sueños a volar al viento,
darnos un tiempo para jugar.
¡Se ven tan ajenos con su pelo suelto!
Jugando a quién llega, quién llega más lejos
Igual que en la vida, ellos compitiendo,
pero nunca al de al lado pisarán.
El sol encandila sus ojos pequeños,
y ellos sonriendo le fruncen el ceño,
y si el viento para y corta su sueño
ellos saben que habrá un día más.
Sería bueno ser como los niños,
Sería bueno ser más sinceros
Y que haya solidaridad.
Sería bueno ser como los niños
dejar de lado nuestros disensos,
darnos un tiempo para jugar, para soñar.




Al que nunca vendrá (Un lamento en la calle)

Este escrito es una canción que escribí cuando tenía 16 años. De un indigente a Jesús.
Che!, dónde estás.
Yo sigo acá
esperando tus pasos para ir con vos.
Desde aquí
la calle es gris  y hay miles como yo.
Dicen que vos fuiste pobre como yo,
pero nunca te faltó el pan.
Aunque al final
sufriste mucho más
de lo que hoy estoy sufriendo.
Che!, perdoná
si alguna vez dejé de creer
en tus palabras de mi salvación.
Es que al final uno no sabe a dónde va
si se porta bien o mal.
Che!, ya sabrás
que por acá
no muchos creen en los que hablan por vos.
Será quizás,
que borran al actuar
lo que escriben con la voz.
Che!, cuándo vendrás
cuándo te acordarás 
de lo prometido siglos atrás.
Te cuento que los pobres
están igual, igual
te cuento que gobiernan
los del crucificar
y que la justicia
está en manos de Satán.
Che!, ya no da 
poner la otra mejilla,
e  igual que a mí al prójimo amar
¿Qué esperas para venir
y que estoy equivocado demostrar?
Jesús vení,
yo quiero ser feliz;
la vida me ha clavado su puñal.
estoy aquí despidiéndome
con hambre, enfermo y si amor
sin nadie que
se acerque hasta mí
en esta noche de invierno.
Che!, dónde estás, Che!…

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