Huechulafquen, lago de los
altos,
paraíso a mis ojos en Los
Andes
y ya en vos, nunca más pude
dejarte.
Al son de sinfonías en
arroyos
tu alma azul y seductora
abre sus fauces
y entregas altanero tus
bondades
a todos quienes beben de tu
cauce.
No pienso en otra cosa más
que en vos
a la hora de soñar con
retirarme
de la lucha por la vida
cotidiana
para pacer plácidamente en
tu paisaje.
Ceniza quiero ser de ese gigante
que cuida tus espaldas,
Huechulafquen
esa pústula enorme de la
tierra
de nieve blanca eterna e
inmaculada imagen.
Ojalá mi bien que la codicia
humana
nunca enferme la pureza de
tus aires,
mas quiero que mi hijo y mis
bisnietos
puedan verte siempre fuerte
y arrogante.
…el día que me muera,
Huechulafquen
quiero a
mi alma jugando entre tus árboles
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