La miré y nada le
dije,
Sólo sombras chinescas
atiborradas de
silencio
manchaban la
pared.
y el ángel voló
apacible
por el mar de
neuronas.
Entonces…
salió el sol de su
sonrisa
y el arco iris de sus ojos
me inundó…
…ahora el ángel estaba en
mí
- que es igual a decir paz a mi
tormento -
Una lluvia de caricias,
húmedos besos
y otra vez rendido a sus
pies morí.
Me llevó por un éter de
galaxias,
por la montaña florida y
el mar azul.
Me incrustó su piel y ya
nada importó.
Al final, caí a la tierra
nuevamente…
Estaba ahí con sus ojos de
carbón
y su canto de nereida
argenta.
No lo dudó, me mató una
vez más.
…una puñalada al
corazón.
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