6.2.12

Redención


Expira. No atiendas mi súplica desesperada,
sé que no duele. Mas,  no quiero mi dolor de perderte, para nada.
Así somos, así fuiste: egoístas, raza humana.
No dejes de partir sin legarme tu risa inmaculada,
no te vayas sin dejarme la ilusión de tu mirada.
Descansa. Me encanta tu sonrisa descarada,
la quiero para siempre en mi alma dibujada;
un vuelo de gorriones, un son de paz alada.
No quiero este dolor de perderte, para nada
pero ya lo decidiste, partirás a tu morada
de cielos azul  claro , de días de oro y plata, 
de amor puro y de calma.
Se notará la ausencia de tu carne en las mañanas,
pero más se notará… la presencia de tu alma

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