Huelo en tus manos el aroma
de la ropa lavada
Mientras me entrego a tu
regazo
De brazos fuertes
Que amasan nuestro pan cada
mañana.
En tus ojos jóvenes, pero
viejos
Diviso la alegría de la
digna pobreza,
La que te lleva cada día a
casa de los señores
A adecentar, con tus manos
de hada,
Su impúdica riqueza.
En tus ropas, que no van a
la moda
Y en tu calzado de tantas
caminatas
Puedo ver a una auténtica
modelo
Que no sale en las frívolas
revistas
Ni en programas de
escándalos obscenos.
Eres sencilla, pulcra y bien
honrada
Y aunque la escuela te ha
dejado en el camino
Tu enseñanza de maestra de
la vida
Escribe un libro en mi casta
alma de niño.
Eres mi madre, mi guía en el
camino
Eres ejemplo tenaz para tus
hijos
Y aunque la vida te trata
tan severa
No escatimas afabilidad y
cariño.
Te admiro por tu porte ante
la vida
Por el difícil trajín de
cada día
Por el esfuerzo de traer pan
a mi mesa
Y orgulloso de que seas
MADRE MIA.
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