Las sombras largas de las finas
alamedas
se recuestan en tu alma de
manzanos y peras;
el sol se hace sangre en el
ocaso
y penetra mi olfato la noche
que se acerca.
Ha acabado otro día de la
dura cosecha,
De escalera pesada, de
transpirada tela
Y regreso hacia mi pieza falleciente
Por tus calles empedradas y
maltrechas.
Entre aromas de alfalfas y
de menta
Me zambullo en el agua de un
canal que te riega
Agua bendita para mi piel
cansada
Fresca quimera que mi alma renueva.
No conozco otro mundo, sólo
chacra y acequia
¡Pero soy tan feliz pisando
vuestra tierra!
Recogiendo tus frutos, sacando
la maleza
Levantando la patria desde
mi humilde senda.
Mi querido valle de entre
las mesetas
Que siempre te colmes de
manzanas y peras
Y que siempre mi mano pueda
recogerlas
En el soleado estío, en la
sórdida siesta.
Soy tu cosechero, levanto tu
ofrenda
Soy ese que canta sobre la
escalera
Soy el que entre plantas,
aunque truene o llueva
Me rindo a tus pies como a
una doncella.
Soy parte del polvo que en
el viento peinas
Soy como el gorrión que anida
en tu tierra
Y el que se levanta jornada
tras jornada
a jalar tu rienda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario