No pude
encontrar el sosiego entre las hojas.
Y la
lluvia que cae impía e indolente.
Crudo
es el barro entre los charcos
Donde
el agua gorgotea sepulcral
En la
tarde gris de mi entrevero.
Aterido
y desolado; el cuchillo roe mi profundidad.
Corren
los caballos sin un rumbo fijo
A
guarecerse bajo un poco de la nada de este cielo.
Del
otro lado del mundo la montaña estalla en flor.
Ellos
están viniendo por mí.
Una
pécora ríe desaforada como víbora bajo el sol.
Puedo oírlos y yo, solo estoy entre mi carne.
Es
tarde para caer en llanto y suplicarle a Dios.
Con
una sola bala más bastará… y si no,
tan sólo es cuestión de tiempo.
tan sólo es cuestión de tiempo.
El tiempo es la bala que acaba matándonos. Buenos versos. Un saludo.
ResponderEliminarGracias Antonio por tu visita. Un abrazo.
ResponderEliminarQué maravilla poeta! Me encanta la versatilidad de tus poesía. Hasta aquí llegué con gusto. Saludos y encantada de conocerte.
ResponderEliminarIgualmente Rosa! espero que en algún momento me regales un rato más de tu tiempo y sigas leyendo y comentando. Gracias!
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