Te creíste nieve eterna, y
tan sólo eras escarcha,
apenas frío rocío, de
invierno por la mañana.
Te pensaste perdurable
rodando la vía láctea,
pero estrella fugaz eras pasando por mi ventana.
mas sólo fuiste el calor que
proporcionan las brasas.
Te soñaste ser la reina de
la belleza mundana.
Es cierto. Eres muy bella,
pero con eso no alcanza.
Y te vestiste de fuego para calentar mi cama,
y con fuego me quemé hasta llagar
mis espaldas.
Te moriste.
Te sepulté muy dentro de mi
alma,
y aunque duele tu recuerdo
carcelero
se crece en la condena y la
batalla.
Ya no bebo la miel de la
esperanza,
ya no te sueño junto a mí por las mañanas.
ya no te sueño junto a mí por las mañanas.
En este verso, Andrés, tienes unos versos formidables.
ResponderEliminarSiento haber tardado tanto en pasar por tu blog.
En el poema* :)
ResponderEliminarGracias por tu visita y tus palabras! Un abrazo.
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