He podido libar
de sus almas lo humano
la afable caricia,
la indulgencia del sabio.
El pan de la humildad,
el lenguaje mesurado,
las flores a los cardos.
He sorbido en su ejemplo
la dignidad del trabajo,
la belleza de lo simple,
la empatía y lo honrado.
El licor de la vida
de su amor propinado,
el respeto y la obediencia
y el camino adecuado.
De mis padres fui
cual capullo del árbol,
semilla del fruto
con alas de pájaro.
…
Alas que ellos mismos
cosieron a mis brazos.
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