Todos
corrieron aturdidos a guarecerse bajo el halo rojo.
Todos
llevaron un poco de mierda en la columna vertebral de sus despojos.
Todos
se creyeron buenos en las alfombras persas que en el suelo tendían.
Todos
ensayaron mudras con sus manos avaras.
Todos
cerraron sus ojos y sintieron liberarse de su tara…
Todos
regresaron tenues, apaciguados y silentes.
Todos
con el alma limpia, iluminada y reluciente...
Todos,
aún no despertaron de su histeria colectiva.
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