Acarreadas por la brisa
de este abril de luna nueva.
Unas ocre, unas zainas,
otras que mueren de pena
porque aún con savia fresca
volverán a ser esencia.
Se ha teñido de amarillo
El camino hacia la escuela
Alfombrado de crujientes
Retazos de hojillas muertas.
El sol se duerme temprano
Y más tarde se despierta
Hay humo en las chimeneas
Es señal de invierno cerca.
El árbol se siente vano
Sin aves en sus horquetas
Alza sus ramas al cielo
Como rogando que vuelvan
Con su trinar encendido
De estío en hora de siesta
Cuando la brisa no sopla
Y el verde esta en la floresta.
Aromas de chocolate
Con leche y azúcar negra
se entremezclan en el aire
Con el olor a humareda
De las fogatas que vuelven
En cenizas las hojuelas
Esas que ayer eran sombra
Y hoy ensucian las veredas.
Se ha instalado ya el otoño
Y mi alma lo festeja
con un latir enjundioso
de poeta en musa plena.
Es el tiempo de pantuflas
Y sillón junto a la hoguera
Es tiempo de poesía
Y melancolía buena.