Ella
corrió hasta la iglesia
Aquella
ardiente mañana
Cuando
el son de la campana
Brotó
desde el campanario.
Ni el
párroco, ni el vicario
Advirtieron
la presencia
Hasta
El Señor acudía.
En su
ruego ella pedía
Con
simpleza y reverencia
Que
Diosito en ese día
La
honrara con su presencia.
Resulta
que en los ranchillos
Desde
la noche anterior
Su
niño se seca en fiebre
Sin
que se acerque un doctor.
Ni
las rodajas de papa
Ni
bañarlo en el fuentón
Pudieron
calmar la furia
De la
mala quemazón.
Por
esta misma razón
Ella
se bate en plegarias
Se ha
pescado la malaria
Su niño
del corazón.
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