No
hubo funeral
Ni
coronas de flores marchitas.
El
día se metió en un ala del invierno
Y la
lluvia comenzó a caer y a esconderse
Ya no
hubo paraguas para dos
Y una
sombra negra se alejó oscura y silenciosa
Bajo
el gris racimo de gotas transparentes
Dejando
en unos ojos
La
mirada aletargada y ausente.
Su
figura se perdió allá, en el espacio
Como
una sombra china entre las manos de la tarde.
Se
calló la canción, se quemaron las cartas,
De
las entrañas emergieron arrugas
Y se
abrió una herida flagrante y fatal.
Un
alma quedó sola en ese instante,
Ahora
sin abrigo
Y un
mar de gélidas olas
Arrasaron
los glóbulos de fuego de su sangre.
Se ha
roto la homeostasis,
Y
comienza el camino de las noches
Con
los ojos mirando hacia la nada.
Ahora,
es tiempo de salir a buscarla por las calles,
A
transitar la soledad anquilosante,
Y,
aunque a pesar de que la encuentre
encendida de la mano de otro amante
Tendrá que simular que ya no arde.
Tendrá que simular que ya no arde.
Ha sido muy grato perderme por tus emotivos y hermosos poemas. Un placer de lectura. Saludos.
ResponderEliminarGracias Rosa!!! el placer es mío que cause placer en ti lo que escribo.
EliminarSaludos!!!