Mañana,
cuando te encuentre
Seremos
dos cachorros jugando en la hojarasca que dejó el otoño.
Te
miraré, me mirarás y nuestros ojos se habrán entendido
Correremos
bajo el sol de la mañana
Y volveremos
a reírnos y jugar.
La
miel de tus ojos endulzará mi alma
Y la
abeja del amor libará de la flor de la nostalgia.
Nos
diremos cuánto nos hemos extrañado
Y
hasta quizás ruede una lágrima.
Los álamos
de la chacra nos mirarán absortos
Y los
zorzales nos cantarán su melodía.
Te abrazaré,
me abrazarás y la espiral del tiempo
Se
habrá diluido en las catacumbas del recuerdo.
Enredaré
mis dedos en los rulos de tu cabello
Y mis
manos se entibiarán en tu rostro de niño.
Ahí,
ahí te besaré, te apretujaré en mi pecho y te amaré por toda la eternidad.
Así
te recuerdo y te extraño, así te lloro cada domingo por la mañana
Cuando
el teléfono ya no suena.