Ven a
mí mariposa refulgente
Y elévame en tus alas de hada buena
Elidiendo el lastre que me ahoga
Con tu susurro de vuelo en primavera.
Toma mi cuerpo y mi infinito de
neuronas
Y con tu manto sanador de machi etérea
Y aliviana este tedio que me aterra.
Ando vagando quemado en el silencio
Y no encuentro oídos despoblados
Para cantar mi canción, ser escuchado
Y demoler este sentir acongojado.
No tiene ojos, ni formas definidas
Son cual cuchillos y prensas que
apretujan
Y en hondas puñaladas como al reo
Los suspiros resignados se me estrujan.
No soy creyente fiel, Dios me perdone
Pero ansío presuroso este milagro
Para volar en su cometa de colores
Para nacer y desandar este mal paso.
Me he levantado una, cien y diez mil
veces
y he caminado en el infierno calcinado
Y he retorcido mi ilusión entre las
brasas
Pero no existe callo igual a otro callo.
No tomaré tu mano para ahogarte
Ni este magma de volcán he de
endilgarte
Sólo espero el milagro de mañana
De levantarme y de ser yo.
Sin este
lastre.
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