Se
oyen estampidos de fusil
En un
bosque de hayas en Ucrania
Y una
bandada de palomas vuela
Como
intentando eludir crasa vesania.
Se
oye un estruendo de misil
Y una
niña palestina muere
Apagándose
como una brasa.
Se
oye una gran detonación
Cerca
de Homs, en la tarde sangrienta
Y un
convoy humanitario es triturado
Para el
dolor de muchos, cruel afrenta.
Se
oye el tronar de un AK 47
A
orillas del Yuba por Somalia
Y un
niño negro que se hace hombre
Con sus
manos en sangre de metralla.
Se
oye el retumbar de algún mortero
En
una aldea centroafricana
Y el
vuelo de un amor que se hace añicos
Porque
acaban de cortar sus blancas alas.
Se
oye el fragor de una batalla
En
Sudan, en un campo de cosecha
Y una
familia ve morir sus esperanzas:
El
fantasma del terror y el hambre acechan.
Se
oye una risa descarada
En la
polvorienta y sufrida Afganistán
Y una
mujer árabe es violada
Y
ultrajada por el talibán.
Se
oye el chirrido de una daga
En un
video de la televisión
Y un
inocente periodista es degollado
Por un
psicópata en el nombre de su Dios.
Se
oye el trinar de un canillita
Que ofrece
diarios en la esquina
Y en
su portada anuncian unas muertes
Por
unos narcos de México, Colombia o Argentina.
Se
oye el ringtone de un celular
En una
calle de la gran ciudad
Y la
muerte se lleva la vida de dos niños
En El
Congo por un kilo de coltán.
Se
oye el sonido de un descorche
De una
cara botella de champan
Y un
traficante de diamantes que sonríe
Mientras
cientos de miles ni tienen para el pan.
Se
oye silencio por el norte
Las noticias
de la guerra no se oirán
Y una
nación apoya su patético gobierno
Que por
petróleo hasta Neptuno irá.
Se
oye una máquina cuenta billetes
En un
banco de la Suiza neutral
Y un
mercader de las armas que festeja
El
nacimiento de una nueva guerra tribal.
Se
oye el llanto de los niños
Se oye
al dolor y al hambre apretujar
Se oyen
misiles y metrallas
Y esta
vieja costumbre de los hombres
Con su
lanza que no cesa de matar.