Desde lo hondo de la
memoria
Pidiendo a gritos que
recordemos,
Que no olvidemos lo que
pasó
En aquel marzo en que
belcebúes
Se apoderaron
de La
Nación
Fusil en mano y terror
perverso,
Mordaza, muerte y
prohibición.
Se hicieron dueños de
nuestras vidas,
De nuestros hijos, de los
obreros,
Los
estudiantes,
De los artistas y su
creación.
Acribillaron las
libertades,
Jóvenes vidas y su
esperanza
En nefastos campos de
concentración.
Desaparecieron sus inermes
cuerpos
Tras secuestrarlos y
torturarlos
Con cobardía y con
vejación.
Los redujeron a simple
carne
Encapuchados, desnudos,
frágiles
Tan indefensos ante el
dolor.
Morbos verdugos, hijos de
la muerte
Látigo en mano, varas
siniestras
Se hicieron dueños de sus
personas
Con saña y sádica
abominación.
Hicieron propios a
nuestros niños,
Malditos diablos de la
opresión
Cegaron
almas
Libres,
pensantes
Con su proceso de
destrucción.
Quemaron libros, callaron
radios,
Diarios, revistas,
televisión
Amordazaron a los
poetas,
A los cantantes y su
canción.
El pelo largo delito
era,
Andar de noche
insurrección.
El reunirse con los
amigos
Con la familia, con los
vecinos
Era amenaza de
subversión.
Nos embarcaron hacia una
guerra
Contra un Satán aún
mayor
En una noche en delirium
tremens
De un hijo ´e puta lleno
de alcohol.
Sacrificaron a nuestros
pibes
Usándolos de carne de
cañón
Los escondieron, los
humillaron
Y los tiraron en un
rincón.
Nunca les dieron honor de
héroes
Que defendieron el
pabellón
Celeste y blanco, allá en
Malvinas
Contra britano pirata
ladrón.
Madres dolientes, pañuelos
blancos
Allí en la plaza aún
danzan hoy
Y nos recuerdan con su
presencia
Que no olvidemos, que
recordemos
A aquellos mártires que
alguna vez
Libres
soñaron
Con una nueva y gran
nación.
¡Oíd Mortales! ¡Nunca
más!
Todo está grabado en la
memoria (León Gieco)